miércoles, 26 de febrero de 2014

Tórtolas turcas criando en febrero

Tórtola turca en el nido con un pollo de pocos días. Barrio ACTUR-Rey Fernando. 22/02/14.
Una parte importante del éxito colonizador de la tórtola turca (Streptopelia decaocto) se debe a su gran capacidad reproductiva, siendo capaz de criar durante gran parte del año y hacerlo hasta más de tres veces al año. 
En la foto que encabeza esta entrada se observa un pollo -al que ya se le aprecian los cañones en las plumas del ala- hundiendo el pico entre las plumas del pecho del adulto para alimentarse de la llamada "leche de paloma". Está tomada este 22 de febrero y pertenece a un nido situado en un almez (Celtis australis) donde ya había visto un adulto incubando al menos una semana antes (15/02/14). Teniendo en cuenta que el periodo de incubación en esta especie oscila entre 14 y 18 días, la puesta se produciría a últimos de enero o primeros de febrero, lo que resulta bastante heróico y arriesgado. Si todo va bien, este pollo podría abandonar el nido antes de mediados de marzo. 

Tórtola turca en nido sobre un plátano de sombra (Platanus X hispanica). Barrio ACTUR-Rey Fernando. 22/02/14

sábado, 22 de febrero de 2014

El rastro de la becada

Excremento fresco de becada sobre un lecho de hojarasca y barro. Juslibol 21/02/14.
Ayer localicé un rastro muy fresco de becada en un soto contiguo al Galacho de Juslibol. Las recientes crecidas del Ebro, que suelen anegar estos sotos, lo habían dejado muy embarrado. Al poco de internarme en el soto me topé con varios excrementos frescos de becada además de sus huellas bien marcadas en el barro. Por más que escruté entre chopos, sauces, zarzas y montones de hojarasca, no conseguí ver ninguna becada, pero con toda seguridad estaba muy cerca. Confiadas en el perfecto camuflaje de su plumaje críptico, las becadas permanecen inmóviles en el suelo cuando alguien se acerca y solo levantan el vuelo en el último momento.
Los excrementos de becada, también conocidos como "chazas", se reconocen por su aspecto de "huevo frito" con una base blanca y una zona central más protuberante de color verdoso o marrón. Cuando son frescos su textura es semilíquida. También son característicos los pequeños orificios que la becada marca en el barro al clavar su pico en busca de lombrices. Estos indicios, junto con las huellas de las pisadas, facilitan la detección de esta especie en los lugares que frecuenta.
"Chaza" rodeada por varias picadas marcadas en el barro. Juslibol 21/02/14.
Huellas de becada en el barro. Juslibol 21/02/14. La moneda tiene un diámetro de 21 mm.
Aunque el barrio de Juslibol y su galacho se encuentran fuera del ámbito al que suelo ceñirme en este blog (perímetro de la Z-40), he querido aprovechar la oportunidad ya que la becada también se observa de modo más o menos ocasional en los sotos y parques de la ciudad de Zaragoza, por ejemplo en el Soto de Ranillas, donde también encontré rastros en diciembre de 2011.
Excremento de becada en el Soto de Ranillas (07/12/11)
La becada o chocha perdiz (Scolopax rusticola) en Aragón queda restringida como reproductora a los bosques más frescos del Pirineo, Moncayo y Montes Universales, pero en otoño e invierno se hace mucho más abundante por la llegada de muchas aves procedentes de latitudes más norteñas, principalmente de Rusia, Fenoescandia, repúblicas bálticas y centroeuropa. Desgraciadamente es una especie que se caza, y según las estadísticas cinegéticas del Gobierno de Aragón, entre los años 2009 y 2013 se han cazado una media de 14.289 becadas por temporada en la comunidad autónoma (60 de media en el municipio de Zaragoza). 
Sus curiosas costumbres, su actividad eminentemente nocturna y crepuscular, su discreción y capacidad para pasar desapercibida, su morfología peculiar y la belleza de los lugares que frecuenta, envuelven a esta especie en un halo de misterio por el que resulta especialmente atractiva.
Estas fechas de finales de febrero suelen coincidir con el apogeo de la migración prenupcial de las becadas.
Rastro de becada sobre el barro. Juslibol 21/02/14.
Hábitat ocupado por la becada en invierno. Soto en Juslibol (21/02/14).


lunes, 17 de febrero de 2014

Gaviota cana en los depósitos de Casablanca

Gaviota cana (Larus canus) 2º CY (en el centro). A la izquierda una Gaviota reidora (Chroicocephalus ridibundus). Depósitos de agua del barrio de Casablanca (14/02/14)
El pasado viernes por la tarde visité de nuevo los depósitos de agua de Casablanca con la esperanza de localizar alguna gaviota inhabitual en Zaragoza empujada por los repetidos temporales del Atlantico que tantas aves marinas han arrastrado hacia el litoral cantábrico en las últimas semanas. Tuve la suerte de coincidir con Luis Gracia, ornitólogo y fotógrafo con gran experiencia en gaviotas, que tras varios barridos de telescopio divisó un ejemplar joven de gaviota cana nadando entre las muchas decenas de gaviotas reidoras allí concentradas.


La gaviota cana (Larus canus), de tamaño intermedio entre la reidora y la sombría, es una especie de distribución paleártica septentrional que cría en el norte y centro de Europa, principalmente en el litoral pero también en algunos ríos y lagos del interior.
En Aragón es una especie rara que se presenta de forma ocasional y casi siempre en invierno, generalmente en compañía de otras gaviotas mucho más comunes como la patiamarilla, la reidora o la sombría.

La gaviota cana iniciando el vuelo

sábado, 8 de febrero de 2014

Bisbitas alpinos invernando


Bisbita alpino (Anthus spinoletta) en plumaje invernal
El bisbita alpino (Anthus spinoletta) es una de las aves más características de la alta montaña. En Aragón nidifica únicamente en los Pirineos y en el Moncayo, ocupando pastizales ralos con rocas y canchales intercalados por encima de los 1.400 m. de altitud en los Pirineos y de los 1.900 m en el Moncayo. Las duras condiciones invernales, con temperaturas medias por debajo de 0ºC y fuerte innivación, obligan a los bisbitas alpinos a abandonar durante el invierno sus lugares habituales de cría y buscar zonas más benignas donde refugiarse durante la temporada fría. El valle medio del Ebro, con una temperatura media en enero por encima de los 5ºC, es una de las regiones donde esta especie inverna habitualmente en cifras apreciables, observándose a menudo en riberas de ríos, lagunas y embalses o en cultivos encharcados. En Zaragoza pueden verse algunos con relativa facilidad en el Parque del Agua Luis Buñuel.

Otra imagen invernal de bisbita alpino

sábado, 1 de febrero de 2014

Aves que chocan con cristales

Paloma torcaz víctima de choque con cristalera de gimnasio en la Avenida de los Pirineos
(Zaragoza, 16/09/12)
Los choques con cristales de edificios son una causa muy importante de mortalidad de aves en las ciudades. Aunque la incidencia real de este tipo de accidentes es difícil de calcular, se han citado estimas de cientos de miles de aves muertas cada año en España por esta causa. 

Aves colisionadas recogidas en una sola estación migratoria bajo los rascacielos del distrito financiero de Toronto. (Imagen tomada del trabajo: Les oiseaux, le verre et la lumière dans la construction, de Schmid, H., W. Doppler, D. Heynen & M. Rössler. 2012) 

El problema se acrecienta a medida que prolifera la moda de las grandes superficies acristaladas cubriendo las fachadas de muchos edificios, fenómeno que podemos apreciar claramente en Zaragoza estos últimos años. Es fácil toparse con cadáveres o grupos de plumas de aves colisonadas que aparecen al pie de modernos edificios de oficinas (Ciudad de la Justicia), mamparas protectoras contra el viento (Puente del Tercer Milenio) o contra el ruido (salidas de la Z-40), centros deportivos y culturales, etc.
Los choques se producen contra cristales totalmente transparentes, o que reflejan el entorno, y que las aves son incapaces de detectar, de manera que interpretan que se dirigen -por ejemplo- hacia una atractiva zona arbolada. Existen soluciones paliativas de este problema señalizando los cristales con elementos que permitan detectarlos a tiempo como obstáculos, pero resultaría mucho más eficaz evitar un uso tan exagerado del vidrio como material de recubrimiento de fachadas, lo que en muchos casos favorecería además una climatización más eficiente y racional de los edificios.

La huella del choque de una paloma torcaz contra la cristalera del mismo gimnasio de la primera foto. Puede apreciarse a la perfección la impresión del choque frontal de la paloma en pleno vuelo. (Zaragoza, 16/09/12)
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